30/10/2016 9:50:00
El vocalista de la banda norteamericana le puso muchas ganas al show pero demostró que su voz ya no tiene la vitalidad de antaño. El guitarrista fue la estrella de la noche, demostrando el virtuosismo que lo tiene entre los mejores del mundo, a pesar de los años.
La banda estadounidense Guns n' Roses, el grupo de rock más emblemático de finales del siglo XX, protagonizó un memorable concierto en su ansiado retorno a los escenarios chilenos, dos décadas después de su primera y polémica actuación. Durante dos horas y media, Guns n' Roses hizo un recorrido por los grandes éxitos de su carrera que han marcado a varias generaciones, como "Sweet Child O'Mine", "Welcome to the Jungle" y "Civil War". Pero también se dieron la oportunidad de interpretar covers como "Wish You Were Here" (Pink Floyd), "The Seeker" (The Who), "Live and Let Die" (Wings) y "Knockin'on Heaven's Door" (Bob Dylan). El guitarrista Slash, uno de los tres supervivientes de la formación original, junto con el vocalista Axel Rose y el bajista Duff McKagan, fue el héroe de la noche. El virtuoso guitarrista demostró por qué la prestigiosa revista Rolling Stone le catalogó como uno de los cien mejores músicos de todos los tiempos en el instrumento de cuerdas. Parapetado tras sus lentes oscuros y sin dirigir una sola palabra al público, Slash asumió la responsabilidad de sacar adelante el show de principio a fin y tapar los espacios que Axl dejó al descubierto en varias ocasiones. Si en el recital de 1992 los californianos se subieron al escenario borrachos y con dos horas de retraso, esta vez salieron a tocar con puntualidad británica. Cosas de la edad. Los años de excesos con las drogas y el alcohol y los reiterados problemas con la ley han quedado atrás. Ahora la actitud desafiante es sólo un tatuaje más en la piel del grupo que alguna vez fue considerado "la banda más peligrosa del planeta". Para su regreso a Chile 24 años después de la primera actuación, Guns n' Roses escogió el Estadio Nacional como recinto y a la banda local de hard rock Wild Parade como teloneros. El concierto del Estadio Nacional, junto a más de 66.000 seguidores, fue la segunda fecha de la gira latinoamericana del tour "Not in This Lifetime", que arrancó el pasado jueves en Lima y concluirá a finales de noviembre en Ciudad de México. En su regreso a Chile la banda demostró que aún mantiene ese poderío musical mezcla de hard rock, blues, heavy metal y rock and roll que les llevó a ingresar en el Salón de la Fama en 2012. Desde los primeros acordes de "It's So Easy" que abrieron el concierto hasta la despedida con "Paradise City", la banda se esforzó en agradar a los 66.000 espectadores. En medio del show Axl Rose saludaba con un lacónico "¡Hola!" al público chileno. Sombrero negro, avalorios y colgantes y ese estilo particular que le acompaña desde su juventud. El líder de los Guns n' Roses ha ganado kilos y ha perdido vitalidad, pero mantiene el gusto por el look "cíngaro" que le hizo famoso en los ochenta. Cuando llegó "Welcome to the Jungle" se desató la locura en la cancha del Nacional, aunque los alaridos que salían de la garganta de Axl Rose hacían temer por el futuro de sus cuerdas vocales. Tras un paréntesis con temas más pausados, la banda volvió a la carga con "Rocket Queen", "You Could Be Mine" y "Civil War". De repente, Axl se acercó a Slash en un gesto de complicidad escénica. El público gritó enfervorizado. Y llegó "Civl War", la canción antibelicista del grupo que tiene por emblema dos revólveres cruzados. En ese momento, las carencias del vocalista quedaron al descubierto. El pañuelo rojo en la frente y la chaqueta de cuero negro eran los de siempre. La voz, sin embargo, no. Pero no pasó nada, porque ahí estaba de nuevo Slash para cubrir con su virtuosismo la decadencia interpretativa de su compañero, puesta de manifiesta nuevamente en la legendaria "Sweet Child o' Mine".
El vocalista de la banda norteamericana le puso muchas ganas al show pero demostró que su voz ya no tiene la vitalidad de antaño. El guitarrista fue la estrella de la noche, demostrando el virtuosismo que lo tiene entre los mejores del mundo, a pesar de los años.
La banda estadounidense Guns n' Roses, el grupo de rock más emblemático de finales del siglo XX, protagonizó un memorable concierto en su ansiado retorno a los escenarios chilenos, dos décadas después de su primera y polémica actuación. Durante dos horas y media, Guns n' Roses hizo un recorrido por los grandes éxitos de su carrera que han marcado a varias generaciones, como "Sweet Child O'Mine", "Welcome to the Jungle" y "Civil War". Pero también se dieron la oportunidad de interpretar covers como "Wish You Were Here" (Pink Floyd), "The Seeker" (The Who), "Live and Let Die" (Wings) y "Knockin'on Heaven's Door" (Bob Dylan). El guitarrista Slash, uno de los tres supervivientes de la formación original, junto con el vocalista Axel Rose y el bajista Duff McKagan, fue el héroe de la noche. El virtuoso guitarrista demostró por qué la prestigiosa revista Rolling Stone le catalogó como uno de los cien mejores músicos de todos los tiempos en el instrumento de cuerdas. Parapetado tras sus lentes oscuros y sin dirigir una sola palabra al público, Slash asumió la responsabilidad de sacar adelante el show de principio a fin y tapar los espacios que Axl dejó al descubierto en varias ocasiones. Si en el recital de 1992 los californianos se subieron al escenario borrachos y con dos horas de retraso, esta vez salieron a tocar con puntualidad británica. Cosas de la edad. Los años de excesos con las drogas y el alcohol y los reiterados problemas con la ley han quedado atrás. Ahora la actitud desafiante es sólo un tatuaje más en la piel del grupo que alguna vez fue considerado "la banda más peligrosa del planeta". Para su regreso a Chile 24 años después de la primera actuación, Guns n' Roses escogió el Estadio Nacional como recinto y a la banda local de hard rock Wild Parade como teloneros. El concierto del Estadio Nacional, junto a más de 66.000 seguidores, fue la segunda fecha de la gira latinoamericana del tour "Not in This Lifetime", que arrancó el pasado jueves en Lima y concluirá a finales de noviembre en Ciudad de México. En su regreso a Chile la banda demostró que aún mantiene ese poderío musical mezcla de hard rock, blues, heavy metal y rock and roll que les llevó a ingresar en el Salón de la Fama en 2012. Desde los primeros acordes de "It's So Easy" que abrieron el concierto hasta la despedida con "Paradise City", la banda se esforzó en agradar a los 66.000 espectadores. En medio del show Axl Rose saludaba con un lacónico "¡Hola!" al público chileno. Sombrero negro, avalorios y colgantes y ese estilo particular que le acompaña desde su juventud. El líder de los Guns n' Roses ha ganado kilos y ha perdido vitalidad, pero mantiene el gusto por el look "cíngaro" que le hizo famoso en los ochenta. Cuando llegó "Welcome to the Jungle" se desató la locura en la cancha del Nacional, aunque los alaridos que salían de la garganta de Axl Rose hacían temer por el futuro de sus cuerdas vocales. Tras un paréntesis con temas más pausados, la banda volvió a la carga con "Rocket Queen", "You Could Be Mine" y "Civil War". De repente, Axl se acercó a Slash en un gesto de complicidad escénica. El público gritó enfervorizado. Y llegó "Civl War", la canción antibelicista del grupo que tiene por emblema dos revólveres cruzados. En ese momento, las carencias del vocalista quedaron al descubierto. El pañuelo rojo en la frente y la chaqueta de cuero negro eran los de siempre. La voz, sin embargo, no. Pero no pasó nada, porque ahí estaba de nuevo Slash para cubrir con su virtuosismo la decadencia interpretativa de su compañero, puesta de manifiesta nuevamente en la legendaria "Sweet Child o' Mine".